“Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre». Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras.”
Proverbios 7:4-5 NVI
Escuché a un juez decir que las cárceles están llenas de niños grandes. Hombres que, por edad, son adultos pero que emocionalmente son niños. Carecían de control de impulsos. Una de las maneras en que los padres ayudan a madurar a sus hijos es diciendo “no” y “después”.
Aunque Proverbios fue escrito para formar líderes varones, en nuestro contexto podemos aplicarlo a todos. El autor advierte a su hijo sobre la mujer adúltera, pero podemos aplicar esto a cualquier tipo de pecado.
El pecado toma lo que es bueno y lo corrompe. A simple vista, ofrece placer, pero ¡vaya que causa dolor a largo plazo! La mujer adúltera claramente se veía como algo bueno en la superficie pero escondía el costo en lo profundo. El deseo de unirse a otro es bueno, lo vemos en génesis 2. Dios nos creó para ello pero en el contexto del matrimonio. El pecado toma ese buen deseo y lo desvía fuera del matrimonio. Así es el pecado.
Para desarrollar sabiduría, necesitamos aprender a controlar nuestros impulsos. Esto se cultiva con pequeños hábitos de decir “no” a las soluciones rápidas y un “sí” a largo plazo para vivir sabiamente.
Se nos hace fácil decir “una cerveza es más que suficiente”, o “no necesito ese taco adicional”?
Podemos medir incluso esto en nuestros presupuestos y como gastamos dinero. Tenemos ahorros? Se va la mayor parte para nosotros o hay espacio para ser generosos?
Podemos ayudar a nuestros hijos diciendo “no”. A veces, es lo más amoroso que podemos hacer. Es algo que tenemos que cultivar en ellos. Aquí tienes un ejemplo de algo que mi esposa hace con nuestro hijo más pequeño (ella es excelente en este tipo de cosas). Cuando él estudia una hora extra, gana una estampilla de estrella. La estampilla va en una tabla. La tabla tiene premios que puede canjear por estrellas. Los premios pequeños cuestan algunas estrellas, mientras que los premios grandes cuestan más estrellas. Él está aprendiendo a estudiar por su cuenta y a posponer la gratificación basado f en lo que quiere. Puede conseguir un pequeño premio ahora o esperar hasta que pueda ganar uno grande.
Uniendo esto con la afirmación. Cada vez que nuestros hijos muestren la habilidad de controlar sus impulso podemos decir:
“note que comiste un solo dulce cuando sé que se antojaron más, buen trabajo mi’ jo”.
“Note que hiciste tu tarea antes de jugar hoy, estoy orgullos de ti por elegir sabiamente tus prioridades”.
Ahora digamos que te falta control como adulto, podrías decirte a ti mismo «gracias Dios porque hoy no he caído en la tentación». O «Dios, estoy siendo tentado a hacer algo que va en contra de tu voluntad, ayúdame».
A veces tenemos que hacer auto-reparentalización y eso está bien. Tenemos un Padre celestial que dice «Buen trabajo» cuando reflejamos a Cristo en nuestras decisiones. En Cristo, tenemos un hermano mayor y sumo sacerdote que nos entiende (Hebreos 4:15). A través de Cristo, tenemos al Espíritu Santo, quien nos da dominio propio (2 Timoteo 1:7). No estamos solos en nuestro proceso de madurez que nos lleva a reflejar a Cristo
animo y aprendamos a decir “no” y afirmar a nuestros hijos cuando hacen lo correcto.
comparte este post con alguien más.