Los bebés son unas de las personas más valientes que existen. Cada día deben demostrar fortaleza mental para aprender a vivir en un entorno completamente nuevo. Por ejemplo, recuerdo haber visto a cada uno de mis hijos reunir el valor necesario para aprender a caminar. Pasaron de la comodidad de gatear a caminar. Su valiente viaje comenzó cuando intentaron ponerse de pie. Un instinto divino les hizo levantarse. Sus cabezas tambaleantes se convirtieron en un enemigo que ganó al principio. Sus pequeños músculos se rindieron y volvieron a caer al suelo. Sin embargo, su valor no tenía límites. Lo intentaron y lo intentaron hasta que se pusieron de pie. Sus primeros pasos fueron temblorosos, pero no les desanimaron. Claro que se frustraron. Pero siguieron adelante al son de los ánimos de su madre. Entonces, tras muchos intentos fallidos, sus músculos por fin respondieron. Se mantuvieron firmes y seguros de sí mismos y dieron sus primeros pasos sin interrupción. Se enfrentaron a la adversidad, a lo desconocido y a la frustración, ¡y ganaron!
Como pastor, recurro a esos recuerdos cuando camino con la gente. Nacemos de nuevo (Juan 3:1-21) y comenzamos una nueva vida donde necesitamos aprender todo de nuevo. Uno de los retos más grandes que veo con las personas mientras caminan con Cristo, es el miedo al fracaso. El sentimiento de que no puedes hacer algo hasta que seas un experto. Es como decir que no empezaras a caminar hasta que seas perfecto en ello. ¿Cómo puedes aprender a caminar si no estás dispuesto a caer? Para ser claros, algunas cosas necesitan más formación, pero parte del aprendizaje se produce sobre el terreno. Este aprendizaje puede venir en forma de fracaso.
Puedes ver un ejemplo de esto en Mateo 17:14-21. Un hombre acude a Jesús y le pide que ayude a su hijo. Le informa de que sus discípulos no pudieron ayudarle. Jesús expulsa al demonio y sana al hijo. Sus discípulos esperan a que Jesús esté solo para preguntarle por qué no pudieron expulsar al demonio. Él los corrige y señala un problema con su fe en Él, y la forma en que abordaron el exorcismo. Claro, Jesús había delegado autoridad, les mostró cómo se hacía y los envió, pero fracasaron.
Hay algunas lecciones que podemos aprender y aplicarlas al discipulado
Lo que hacemos es en respuesta a la fe en Cristo (v18)
No sabrás dónde está tu fe, o si estás listo para hacer algo, hasta que lo intentes ponerlo en practica (v16)
Está bien fracasar, pero no está bien ocultarlo (v 19)
Está bien fracasar, pero no está bien no aprender de ello (v 21)
También hay algunos principios que podemos extraer y aplicar al trabajo y a la vida en general. Los uso para animar a la gente cuando está a punto de lanzarse a algo nuevo.
Conoce lo suficiente para intentar algo nuevo
Está bien fracasar, pero no está bien ocultarlo.
Está bien fracasar, pero no está bien no aprender de ello.
Por último, aunque tengamos fracasos temporales, Dios está jugando a un juego largo con nosotros. No hay contratiempos en sus planes. Lo sabemos porque lo que para algunos podía parecer un fracaso en ese momento, la crucifixión, formaba parte del plan de Dios. La resurrección ocurrió tres días después. Podemos descansar en Dios mientras intentamos pasar de gatear a caminar en Cristo.
animo!