El Trabajo como Llamado: Sirviendo y Glorificando a Dios en lo Cotidiano
05 El Evangelio y la Productividad
Este es el último post de El Evangelio y la Productividad. Hoy vamos a poner el trabajo en perspectiva.
La cultura influye en la manera en que vemos el trabajo. Por ejemplo, los estadounidenses lo ven como un medio para lograr el éxito personal, la independencia financiera y la autorrealización. Para alcanzar estos objetivos, están dispuestos a cambiar de empleo y buscar ascensos. Los mexicanos, por otro lado, lo ven más como una forma de cumplir con las obligaciones familiares. Esto implica que valoran más la estabilidad laboral que la movilidad ascendente. Ambas perspectivas son el fruto de su entorno. En ambos casos, el trabajo se percibe como una carga necesaria para alcanzar sus metas.
Sin embargo, la Biblia ve el trabajo como un acto de adoración. Si eres cristiano, tu trabajo, sin importar cuán ordinario sea, es una forma de servir a los demás, glorificar a Dios y prepararte para la eternidad.
¿Qué pasaría si consideraras tu trabajo como un llamado y no solo como una carrera? Si lo haces, descubrirás un propósito más profundo, mayor gozo y un impacto duradero en lo que haces.
El Trabajo es un Medio para Servir a los Demás (Por qué el trabajo no se trata solo de ti)
"El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados."
Efesios 4:28
El evangelio transforma nuestra perspectiva del trabajo de al menos tres maneras: nos lleva más allá de la ley, desafía la visión cultural del trabajo y confronta nuestro egoísmo.
El octavo mandamiento dice: "No robarás". Este mandamiento pertenece al segundo grupo de los diez mandamientos. Los primeros cuatro se enfocan en nuestra relación con Dios, mientras que los últimos seis tratan sobre nuestra relación con el prójimo. No robar es una manera de respetar el esfuerzo y trabajo de los demás. Pablo hace referencia a esto cuando dice: "El que robaba, que no robe más". Pero no se detiene ahí; nos llama, tanto a los efesios como a nosotros hoy, a trabajar honradamente y a compartir con los necesitados. Esta enseñanza desafía nuestra cultura.
"El que no transa, no avanza" es un dicho popular en México que refleja una práctica pecaminosa: en el país, el 60% de los empresarios aceptan la corrupción como parte del negocio. Sin embargo, el evangelio nos confronta con una realidad diferente. No basta con simplemente no robar, sino que debemos trabajar con integridad y honestidad, evitando el fraude, la corrupción y cualquier forma deshonesta de obtener ingresos. Además, el trabajo debe ser legítimo y digno.
El evangelio también nos confronta con nuestro egoísmo. La cultura nos enseña a trabajar para suplir nuestras propias necesidades y las de nuestra familia, pero el evangelio nos muestra un grupo adicional: los necesitados. Es fácil ayudar a alguien cuando esperamos algo a cambio, pero los necesitados muchas veces no pueden devolver el favor. Aun así, el llamado del Evangelio es claro: trabajamos no solo para nuestro bienestar, sino también para bendecir a otros. Ayudar a quienes lo necesitan debe ser parte integral de nuestra labor diaria.
El Trabajo como Reflejo de Nuestra Fe: Haciendo Todo para el Señor
"Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo."
Colosenses 3:23
México enfrenta un problema de clasismo. El clasismo se refiere al prejuicio, la discriminación o el sesgo social basado en la clase social o económica de una persona. Esto significa que las personas con empleos mejor remunerados o de mayor estatus son tratadas mejor que aquellas con trabajos de menor rango. Sin embargo, el evangelio dignifica todos los trabajos lícitos por igual.
Pablo nos dice: "Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana". No dice "haz un buen trabajo solo si tienes un empleo bien remunerado". El evangelio llama tanto a un CEO de una empresa como a un barrendero a trabajar de la misma manera y con una actitud positiva. La razón es que todo trabajo, sin importar el estatus social, debe hacerse "como para el Señor". Esto significa que, sin importar nuestra ocupación—ya sea en una oficina, en el campo, en casa o en la escuela—todo lo que hacemos es una oportunidad para honrar a Dios. Un creyente no trabaja solo para recibir un sueldo, sino con la convicción de que su labor es una manera de servir a Dios y a los demás.
Como cristianos, valoramos y respetamos el trabajo de los demás sin importar su clase social. El problema no es la clase social, sino si el trabajo se hace para el Señor o no. Desde el trabajo más humilde hasta el más prestigioso, el valor de lo que hacemos no depende de su remuneración o reconocimiento social, sino de si lo hacemos con el corazón dispuesto a honrar a Dios.
Nuestra manera de trabajar y cómo tratamos a otros dice mucho de nuestra fe. En un mundo donde muchos discriminan basado en clases sociales, un creyente que trabaja con esfuerzo, excelencia, honestidad y respeto por la labor ajena brilla como luz en las tinieblas. Esto puede ser una oportunidad para testificar del evangelio sin necesidad de palabras, mostrando con hechos la diferencia que Cristo hace en nuestras vidas.
El Trabajo te Prepara para el Descanso Eterno (Por qué el trabajo tiene un valor duradero)
"Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano."
1 Corintios 15:58
Pablo quiere que los corintios, y tú y yo, entendamos que nuestras circunstancias presentes deben ser informadas por nuestra futura resurrección. Esto debería poner en perspectiva nuestro trabajo actual.
El trabajo, aunque temporal, tiene un valor eterno. A menudo, cuando pensamos en nuestras responsabilidades diarias, podemos sentir que son solo tareas que debemos cumplir para ganar dinero o seguir adelante con nuestras vidas. Sin embargo, el Evangelio nos recuerda que, aunque el trabajo sea temporal, su impacto es eterno.
En 1 Corintios 15:58, Pablo nos anima a estar "firmes, inamovibles, siempre abundando en la obra del Señor", sabiendo que "su trabajo en el Señor no es en vano". Esto nos enseña que todo lo que hacemos para Dios, aunque sea en el contexto de un humilde trabajo, tiene un impacto que trasciende lo temporal. Nuestro esfuerzo y dedicación no solo tienen valor en esta vida, sino que tienen un propósito eterno. Cada acción que tomamos con un corazón dispuesto a servir a Dios deja una huella en su reino.
¡Esto es una buena noticia! Si trabajamos por éxito personal o para nuestra familia, nos vamos a decepcionar. No siempre conseguiremos el ascenso que esperamos o el ingreso que deseamos. Cuando trabajamos solo para nuestra familia, esperando alguna forma de reconocimiento, es posible que no lo obtengamos. Pero cuando lo hacemos para el Señor, no es en vano. Todo lo que hacemos para Él tiene valor eterno y un propósito que no se desvanece.
El trabajo no solo cumple un propósito en el presente, sino que también tiene un efecto formativo en nuestra vida espiritual. A través del trabajo, Dios nos disciplina, nos enseña a ser fieles en lo poco y en lo mucho, y nos prepara para el descanso eterno. Al ser consistentes en nuestro esfuerzo y en nuestra integridad, desarrollamos características que serán esenciales para la vida en su plenitud, en el reino venidero. El trabajo, entonces, no es solo algo que hacemos, sino una herramienta que Dios usa para moldearnos a su imagen.
Finalmente, debemos recordar que el trabajo no es solo una preparación para esta vida, sino también para la vida futura. El día llegará cuando nuestro esfuerzo se completará en el reino eterno de Dios. El descanso que esperamos no será un simple reposo, sino un gozo eterno, donde todo lo que hicimos en esta vida, todo el trabajo realizado para Dios, encontrará su cumplimiento. Nuestro trabajo tendrá un significado pleno, y veremos el fruto de nuestra labor en la eternidad, en la presencia de nuestro Creador y Salvador.
Conclusión
Tu trabajo no es insignificante; es un llamado para servir, adorar y prepararte para la eternidad.
¿Cómo cambiaría tu trabajo si lo vieras como una ofrenda a Dios?
Si lo haces, experimentarás propósito en lo cotidiano y verás tu labor diaria como parte de la gran historia de Dios. El trabajo no se trata solo de ganarse la vida. Se trata de dejar una huella—ahora y para siempre.
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