Introducción
El inicio del año nos da la oportunidad de hacer propósitos. Para los mexicanos, los tres propósitos más comunes son ahorrar dinero, ponerse más saludables y pasar más tiempo con la familia. Todas son cosas buenas. Sin embargo, para muchos de nosotros, no logramos hacer realidad esos propósitos. La razón principal es qué nos falta el seguimiento necesario y la motivación correcta.
Este es el primer post de una serie llamada “El Evangelio y la Productividad”. En la serie de cinco posts, exploraremos cómo la productividad puede transformarse al enfocarnos en el Evangelio. Aquí, veremos cómo la obra de Cristo debe ser el centro de nuestras metas y cómo podemos organizarlas para vivir con propósito y claridad. A lo largo de esta serie, descubrirás herramientas prácticas y reflexiones bíblicas que te ayudarán a enfocar tus metas en lo eterno y glorificar a Dios en cada área de tu vida.
La RAE define propósito como el ánimo o intención de hacer o de no hacer algo. Un propósito bien definido sirve como una fuerza motivadora y da sentido a nuestras acciones y decisiones. Sin pasos claros y acciones específicas, un propósito no es más que una aspiración. Por ejemplo, si la resolución de Año Nuevo de alguien es ahorrar dinero, se deben tomar al menos tres acciones para que eso suceda. Primero, definir cuánto se quiere ahorrar. Hay una gran diferencia entre decir “quiero ahorrar dinero en 2025” y “cada mes ahorraré el 20% de mis ingresos”. Segundo, crear un presupuesto que registre y asigne dinero a diferentes categorías. Una de esas categorías debe ser el ahorro. Tercero, recortar gastos, como las compras impulsivas. Se pueden usar los mismos pasos para lograr pasar más tiempo con la familia. Primero, define cuánto tiempo adicional quieres pasar con tu familia y cuándo va a suceder. Hay una gran diferencia entre decir “quiero pasar más tiempo con mi familia” y “este año, los sábados serán el día familiar”. Necesitarás un calendario para organizar tu tiempo y bloquear los sábados como el día para la familia. Esto significa decir no a otros compromisos ese día. Un propósito sin un conjunto claro de acciones y decisiones para lograrlo no es más que un sueño.
Tener un propósito claramente definido y un plan detallado es una forma de reflejar la imagen de Dios en nosotros. Dios es claro con sus propósitos. Puedes ver un ejemplo de esto en Éxodo 25:8-9. El propósito declarado de Dios es habitar con su pueblo, y ellos deben hacer un santuario para que esto suceda. Él le entrega a Moisés el diseño y los materiales necesarios para llevarlo a cabo. Además, proporciona instrucciones claras y detalladas, paso a paso.
8 »Después me harán un santuario, para que yo habite entre ustedes. 9 El santuario y todo su mobiliario deberán ser una réplica exacta del modelo que yo te mostraré.
Exodo 25:8,9
Ahora bien, el propósito del tabernáculo no era realizar sacrificios, ordenar sacerdotes, quemar incienso u otras actividades, aunque todas estas cosas sucederían. El propósito del tabernáculo era que Dios habitara con su pueblo. Para que esto fuera posible, el pueblo debía ofrecer sacrificios, los sacerdotes debían ser ordenados y se debía quemar incienso, entre otras cosas.
Dios también proporcionó detalles exactos sobre cómo debía construirse el tabernáculo, desde el color de las cortinas hasta los materiales necesarios para cada elemento. Estas actividades y los materiales eran los medios para preparar un lugar santo donde el SEÑOR pudiera habitar y estar con Su pueblo. El propósito guió las acciones y decisiones.
Si comprendes esto, los capítulos 25 al 31 de Éxodo tendrán mucho más sentido.
Aún más, entender que Dios quiere habitar con Su pueblo nos da un propósito de vida. Fuimos creados para estar con Dios. San Agustín lo expresó así en sus Confesiones, “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Cada uno de nosotros tiene un vacío gigante en nuestro ser hasta que conocemos a Dios y habitamos con Él. Dicho de otra manera, fuimos creados para estar en relación con Dios. Nuestros planes y propósitos deberían reflejarlo.
Ahora tendrías razón si dijeras: «Pero yo no soy un israelita en el desierto ni tengo un tabernáculo al cual ir. ¿Cómo sé que Dios quiere estar conmigo?»
En Génesis 2:4-5 se nos cuenta la historia de cómo Dios creó a los seres humanos y los puso en un jardín. Sin embargo, podemos pasar por alto un hecho muy importante: Dios estaba con ellos. Los puso en un jardín. Les dijo qué hacer. Él estaba habitando con ellos. Génesis 3 nos dice la razón de por qué esa relación se rompió y por qué Dios ya no habitaba con su pueblo.
La buena noticia es que los propósitos de Dios no pueden ser detenidos. El tabernáculo nos muestra que Dios seguía con Su plan de habitar con Su Pueblo. El Evangelio de Juan nos muestra que Dios, una vez más, habitó entre nosotros.
14 Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y contemplamos su gloria, la gloria que corresponde al Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:14
La palabra habitó tiene la misma idea que el tabernáculo. En Jesús, Dios habitó entre nosotros. Si entiendes esto, la vida, muerte y resurrección de Cristo tendrá mucho más sentido. Cristo murió por nuestros pecados para que, en Él y a través de Él, podamos estar nuevamente en la presencia de Dios. Es a través de Cristo que somos hechos vasos dignos para recibir al Espíritu Santo en nosotros. Desde esta perspectiva, siempre estamos en la presencia de Dios. Ya no como enemigos fuera del tabernáculo, sino dentro del tabernáculo, como sus hijos perdonados y amados. No solo eso, sino que nos creo, perdono, y salvo para cumplir propósitos específicos, o "buenas obras", que Él preparó para nosotros (Efesios 2:10).
A estas alturas, deberías saber que Dios nos creó para habitar con Él. Esto se ve en el jardín del Edén, el tabernáculo de Moisés, el templo de Jerusalén, la encarnación de Jesús y el Espíritu Santo habitando en nosotros. Y, finalmente, lo vemos en Apocalipsis.
Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está el santuario de Dios! Él habitará en medio de ellos y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.
Apocalipsis 21:3
La Biblia no termina con nosotros tocando arpas en las nubes, sino viviendo y deleitándonos en la presencia de un Dios Santo que nos eligió y adoptó en Cristo.
Por lo tanto, la obra de Cristo a nuestro favor debe influir en todos nuestros propósitos de Año Nuevo y cualquier meta que hagamos. Cada propósito y meta es una oportunidad para hacer buenas obras y practicar para la eternidad ¿Cómo cambia la vida, muerte y resurrección de Cristo la razón por la que ahorramos dinero, nos ponemos más saludables o pasamos más tiempo con nuestra familia?
Práctica
Entonces, si quieres hacer propósitos de año Nuevo motivados por el Evangelio, aquí tienes una pequeña receta:
Define un propósito claro.
Ora y medita sobre cómo está guiado por la obra de Cristo a tu favor y, en última instancia, da gloria a Dios.
Escribe una lista de pasos claros para alcanzarlo.
Establece una fecha límite.
Hazte responsable revisando tu progreso regularmente.
Aquí tienes algunos ejemplos de cómo pueden lucir los propósitos de Año Nuevo más comunes con Cristo:
Porque Dios me ha dado todo en Cristo, quiero ser un buen mayordomo de lo que Él me ha dado, ahorrando un 20% cada mes para ser generoso y un proveedor sabio.
Porque Dios me hizo parte de Su familia en Cristo y me ha dado una familia terrenal, quiero reservar los sábados para amar y servir a mi familia tal como Cristo me ama y me sirve.
Porque Dios me creó y el Espíritu Santo mora en mí, voy a correr 15 minutos tres días a la semana como una forma de cuidar el cuerpo que Él me dio.
Da los primeros pasos hacia propósitos claros centrados en el evangelio con esta pequeña tabla.
Así es como se vería con los tres propósitos más comunes de Año Nuevo.
Para practicar, descarga esta plantilla para imprimir o rellenar de forma digital.
Conclusión
Si hacemos propósitos de cosas buenas sin Cristo, podemos caer en la idolatría. Es decir, cambiamos al Creador por la creación (Romanos 1:25). Cambiamos lo mejor, Dios, por lo que es bueno, Su creación (Genesis 1).
Amigos, Dios nos ama demasiado y pagó el precio más grande para habitar con nosotros. Nuestra vida debe estar rendida a Sus pies como un acto de adoración. Dios nos ha ofrecido gracia misericordia y reconciliación por medio de Cristo. Si la rechazamos, y por extensión Su presencia, podemos enfrentarnos a la eternidad sin Él. Ese, mi estimado lector, no es un lugar en el que quisiéramos estar.
Para concluir este primer post, los propósitos de Año Nuevo son excelentes, pero hay uno que debemos cultivar durante toda nuestra vida: conocer al Dios que nos creó para estar con Él a través de su Hijo, Jesucristo. Nuestros propósitos y metas deben reflejar este llamado. En la próxima publicación, exploraremos cómo el Evangelio cambia la prioridad de nuestras relaciones.
También aprenderás cómo crear tareas y priorizarlas de manera efectiva para cumplir tus propósitos..
Que todos sus propósitos para el 2025 estén dirigidos a la gloria de Dios a través de Cristo, y que se hagan realidad.
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Muchas Gracias Atanasio. Agradezco a Dios por tu vida. Descargué la plantilla. Me gustaria que de vez en cuando reapondieras mi what's. Acudí al curso sentimientos del evangelio en preserve. Saludos.
Farid 4425539664